La situación en Afganistán sigue siendo crítica. Diversos pilotos que participaron en las evacuaciones desde Kabul han relatado las dramáticas operaciones realizadas “bajo su propio riesgo” para trasladar a los ciudadanos fuera del país.
Varios de ellos han señalado que la ubicación del aeropuerto a 1,800 metros sobre el nivel del mar, con una sola pista, custodiada por infantes de marinas y un intenso tráfico aéreo propiciaban un complejo escenario para el aterrizaje y despegue.
Uno de ellos menciona que se veían obligados a aterrizar uno detrás de otros, y entre ellos mismos debían buscar frecuencias para apoyarse en ese trabajo.
Asimismo, el control de tráfico aéreo era apenas audible y las decisiones quedaban a cargo de la tripulación, ya que los controladores solamente daban informaciones, seguidas de la especificación que todo sería “bajo su propio riesgo”.
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